La Estimulación Magnética Transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés), es una herramienta de neuromodulación que permite regular la actividad neuronal en la zona dónde se aplica. Actualmente se reconocen dos tipos de TMS: Baja intensidad (Li-TMS) y de alta intensidad (Hi-TMS).

Actualmente, la TMS tiene aprobaciones de la Food and Drug Administration (FDA) para diferentes protocolos psiquiátricos comunes como la depresión, ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Sin embargo, debido a su versatilidad como un tratamiento seguro y no invasivo, se ha investigado en una gran gama de patologías neurológicas y psiquiátricas, que incluyen aplicaciones pediátricas como en el trastorno del espectro autista (TEA) o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aplicaciones geriátricas como en la Enfermedad de Alzheimer, deterioro cognitivo y la Enfermedad de Parkinson, y en trastornos neurológicos y psiquiátricos como diferentes tipos de abusos de sustancias, esquizofrenia, trastornos del sueño, epilepsia, fibromialgia, por mencionar algunos.

Por estos motivos, la aplicación de la TMS en el ramo de la psiquiatría ha ido incrementando y hoy en día es más común encontrar esta herramienta en diversos centros de atención públicos y privados.